AMARNOS SIN RECATO

Pienso en lo que ocurrirá cuando estemos a solas, a un palmo de distancia y entregados a la tentación de abrazarnos con vehemencia, mientras resguardamos nuestra desnudez bajo el mismo juego de sábanas.

Dejaremos de ponerle atención al tiempo y en vez de pensar que será nuestro verdugo, nos enlazaremos en la trémula misión de intensificar cada instante compartido a través de las caricias que nos demos.

Gracias a la unión de nuestras pieles, surgirá una veneración mutua, alimentada por la admiración entre ambos. Y después de la fusión de nuestras almas, no querremos volver a separarnos.

Seguiremos la senda de los sentidos exacerbados, yendo en pos de vislumbrar el paraíso terrenal. A la vez que se acoplan nuestros cuerpos anhelantes, una cascada de poderosas sensaciones, brotará.

Así estaremos tú y yo, avivando con esmero nuestra hoguera, sin treguas y sin prisas, tras haber desterrado a los pudores, deleitándonos ante la gustosa faena de amarnos sin recato.