Sigo en esa espiral ascendente, extasiado por la confirmación de tu existencia en este plano, con el corazón hinchado de gratitud y felicidad después de saber que continúas con vida.
Yo que luchaba hora tras hora, dolido hasta el tuétano por creer que habías fallecido, ahora me siento en la cima de una zona paradisíaca, admirando el entorno, congraciado con el universo entero por haber platicado nuevamente contigo.
Porque créeme que literalmente, me estaba muriendo sin ti. Luchaba contra mí mismo por no quedarme estancado, lamentando tu pérdida, y a la vez, no lograba extirpar de mis adentros cada instante compartido.
Por eso mismo vivía en una contradicción sin fin que me iba carcomiendo sin que nada lo pudiera evitar. Y sin embargo, ahora todo se muestra distinto. He vuelto a mi centro, ese mismo donde habías resultado ser inamovible.
Desde allí, te digo que me hiciste falta como a los amaneceres nublados que carecen de la luz del sol. Como a las aves que surcan el cielo sin tener un rumbo marcado. Como a los enamorados que de pronto, pierden a su mejor cómplice para cometer toda clase de travesuras.
Por eso hoy que tengo la certeza de que no te perdí, quiero hacer de tu conocimiento que mi amor por ti es totalmente genuino y sincero. Que me urge tenerte enfrente para llenarte de besos, y que más allá de los atenuantes, quiero que así continúe siendo por siempre.
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