Amada mía, hoy me queda claro que tus palabras escritas dicen aún más que tu voz, porque a través de ellas fluye el dulce palpitar de tu corazón. En tus letras se manifiesta la transparencia de tu alma vibrante.
Por eso me emociono cada vez que las leo, sin embargo, también son tus ojos y la forma en que me miran, los que me transmiten fielmente el bello sentimiento que guardas hacia mí.
Sé que no es intrascendente ni efímero, y que te satisface comprobar que por mi parte, es bien correspondido. Desde aquí, quisiera invitarte a que tu boca me busque sin importar la hora del día, que yo con uno sólo de tus besos, podré sentir la pasión que tanto te domina.
En cada roce de nuestros labios, se irá despertando más la mía, y danzaremos juntos hasta que mis brazos ya no puedan soltarte. Será el momento ideal para entregarnos por completo, más allá de las inseguridades y de los consabidos titubeos.
Nos perderemos en un mar de caricias, sin que nada nos importe, embebidos en nuestro propio universo. Al final, una sonrisa enmarcará nuestros rostros y quedaremos plenos de dicha, al saber que todo habrá valido la pena.
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